Durante ésta última semana una noticia ha ocupado los encabezados de la prensa. Se trata de algo inconcebible: Un ingeniero de origen etiope, casado con una alemana, con dos hijos, y que él mismo ha recibido la nacionalidad alemana, ha sido golpeado brutalmente por dos ultraderechistas. Al momento de ocurrir los hechos, habló por teléfono con su esposa. Ella pudo escucahr las injurias y agrsiones de que fué objeto su marido, quedando éstas grabadas. Ermyas M., el agredido, se debate aún entre la vida y la muerta. Los lamentables hechos ocurrieron en Postdam, cerca de Berlin. Para mas información es español seguir ésta liga.
Generalmente se piensa que el odio existente en Alemania hacia los extranjeros, es por que éstos les quitamos (me tengo que incluir) empleos a los alemanes, y por vivir de ayuda social. Ermyas, un ingenierio calificado, no vive de asistencia social, y tampoco le quita el trabajo a nadie. Como en mi caso, para ser contratado en la empresa dónde trabaja, seguramente tuvo que esperar hasta que no hubiese ningún alemán igualmente calificado que él, o algún otro ciudadano de la Unión Europea, para recibir el puesto.
La agresión a los extranjeros no es nada nuevo, ni es privativo de Alemania. Eso pasa en Europa y en todo el mundo. Recientemente ha habido varios casos de agresiones verbales hacia jugadores extranjeros durante los juegos de futbol de la liga española. El año pasado el grupo de Ska mexicano, Panteón Rococó, también se vió envuelto en una agresión de éste tipo. En esa ocasión los agresores eran minoría, y a sabiendas de ello, lo hicieron sólo por gusto. Luego quisieron hacer pensar a la policía que los agredidos habían sido ellos. Aquí está el resto de la historia.
Lo que tienen en común los dos casos, es que ocurrieron en la misma región: Postdam. Curiosamente se encuentra muy cerca de Berlin, que es para mi gusto, la ciudad multicultural y cosmopólita de Alemania por excelencia.
El desempleo en el este de Alemania, es el mayor de toda la nación. Cierto es, como mencioné antes, que quienes no tienen trabajo en esa región culpan a los extanjeros. En mi opinión, ese no es el mayor problema, por que si bien es cierto que existe resentimiento, casi nunca se manifiesta con violencia física. Lo lamentable es que existe la violencia per sé, violencia como deporte, violencia como forma de vida. El pretexto es lo de menos.
En la revista Stern fué publicado un artículo sobre grupos, algo así como bandas pero carentes de la oraganización y vinculación entre sus miembros como la de las bandas en México, que encuentran grupos similares con el simple objeto de golpearse hasta que alguno de los bandos se rinda o quede aniquilado. Han trascendido videos y fotografías que los mismos integrantes de éstos gupos hacen con el objeto de analizar los combates para mejorar la estrategía la siguiente vez. Cómo si se tratara de un juego de foot-ball americano.
A menos de dos meses para el campeonato mundial de futbol todos éstos hechos toman mucha fuerza, principalmente por que Alemania está ya bajo los reflectores de la atención mundial. ¿Será que presenciaremos dos contiendas deportivas simultáneas? Me refiero al futbol y a lo que quita el sueño a los organizadores; que estos grupos violentos incursionen en escena y arrementan contra aficionados solo por deporte.
Yo confío que los ciudadanos universales como Goethe y Schiller predominarán, y llevarán a su máximo el enunciado de la Oda a la alegría de Schiller: ¡Uniros millones, en un beso para todo el mundo!. (Seid Umschlungen Millionen, dieser Kuß der ganzen Welt!).
Los alemanes son xenófobos y racistas por naturaleza y porque les gusta sentirse superiores a los demás, a todo el mundo en general, pero cuando además interviene el color de la piel o la raza, la cosa se agrava. Yo soy española, de piel morena por supuesto, cuyo bisabuelo, tuve esa «mala suerte», fue polaco, por lo que tengo que cargar con un segundo apellido polaco a cuestas. Bueno, pues en cuanto que alguien, a quien supondríamos tanta cultura y educación como es un profesor del instituto Goethe en Madrid, se enteró de mi apellido, me preguntó delante de toda la clase con aire despectivo a ver si yo era «rusa». Le dije que no, que era de ascendencia polaca, pero bastante lejana. Bueno, pues te juro que no me volvió a dirigir la palabra en lo que restó de curso que fueron tres meses. Aplicó lo que se da en llamar en Alemania la famosa «ley de exclusión» con los «ausländer», es decir, hacerte sentir realmente como si no existieras. Además, evitaba mirarme cada vez que le hacía alguna pregunta, rechazaba el darme los buenos días y NUNCA contestaba cuando yo le saludaba. Además, la mirada de puro odio y frialdad que me dirigía cada vez era épica. Jamás me he encontrado con un energúmeno racista parecido en mi vida, se lo comenté a un amigo mío alemán y me dijo que es que en Alemania odian a muerte a los polacos. Ya , pero es que yo no soy polaca, mi bisabuelo lo fue, y además fue perseguido por los nazis. De tener que despreciar a alguien, tendría que ser yo con el profe alemán y no lo hice. Y casos como el de este personaje, los hay muchos más, pero no ,los voy a conytar. En general, y sintiéndolo mucho, los alemanes no gustan de ser tocados por personas de piel morena, o de razas así llamadas «inferiores» como son la rusa o la polaca. Ahí queden sus buenos deseos de «die Welt zu gast» y demás chorradas, es sólo Marketing porque atraviesan una grave crisis económica y tienen que vender cerveza y camisestas a los extranjeros. Pero el asco que sienten por ellos no es menor.
Lo siento por ellos, a mí y a otra gente que no nos vendan la moto de que son «tolerantes». Si pudieran, levantarían otra vez el brazo mientras cantan el himno alemán en los estadios.
Saludos