¡El balón gira ya sobre el terreno de juego!
Varias cosas le allanan el terreno, entre otras que el clima se compuso misteriosamente de un día a otro. Pareciera que toda estaba planeado con exactitud germana. Con buen clima y el mundial juntos, no cabe duda que la vida se ve diferente.
Mi preparación para el gran evento ha sido la siguiente: Desde hace varias semanas juego futbolito (metegol, kicker, fútbol de mesa o como se le quiera llamar) con mis colegas después de comer, aprovechando que tenemos una mesa en la cocina de la compañía. También ya calcé dos veces mis zapatos de fútbol, que regularmente son usados una única vez al año. Lo mas importante es que tengo la indumentaria para apoyar a México.
El mundial tiene muchas caras. Por suerte predominan las buenas, pero las aristas negativas proyectan sus sombras como recuerdo continuo de su innegable e inmanente existencia.
Poco antes de que iniciara el juego inagural el viernes, había una cantidad de personas nunca antes vista en la calle. Se percibía el júbilo por el inicio de la contienda. Conforme los minutos en el partido entre Alemania y Costa Rica fueron avanzando, y a su vez los litros de cerveza ingeridos por los hinchas, el júbilo tomaba otro cariz hasta transformarse completamente al concretarse la victoria alemana; las calles que normalmente son muy limpias, rebosaban de basura, había destrozos por doquier, y los transeutes envueltos en la bandera alemana, hecho de por sí insólito, cantaban algunos canciones ininteligibles que mistoriosamente se hacían entendibles cuando estrofas prohibidas del himno alemán (por la referencia implícita al nacional socialismo) eran incluídas en el popurri. Había uno que otro detalles humorísticos, pero el alcohol marcaba el camino de la celebración sin duda alguna. Varias veces se escucharon las sirenas de patrullas policiacas y ambulancias que reafirmaban lo caótico de la situación.
Mucho se ha hablado en los medios sobre ataques xenófobos y el temor de que se repitan o incrementen durante el mundial. En los años que llevo en Alemania nunca he sido atacado ni amenazado por nadie. Me siento incluso más seguro que en México, a causa de los altos niveles delictivos que allá imperan. No obstante, al día siguiente del juego inagural habiendo sido restaurada la normalidad, Skonja y yo caminábamos jovialmente rumbo al mercado, cuando sobre una de las banquetas por dónde paso todos los días, vi pintada una suástica, que sin duda no surgió por generación espontánea, si no durante las festejos del día anterior. Me desconcertó bastante. Por un momento no pude distinguir la perplejidad del temor. Ni Skonja ni yo, aunque ambos la habíamos visto, dijimos nada en ese momento por la indignación. ¿Es acaso otra manifestación de un nuevo nacionalismo?
Sin duda no es la regla en Alemania. Muchos alemanes se regocijan de tener al mundo como invitado. En la imagen se puede ver como aficionados de Alemania, Costa de Marfil, Irán y México festejan juntos sin divisiones de ninguna clase. El fútbol los une generando esa policromía mundialista.