Buscando mi lugar en el mundo, hace exactamente 6 años, también un lunes, me encontraba en algún punto sobre el Atlántico en camino hacia Stuttgart, Alemania.
Mi boleto era sólo de ida. Había vendido todo lo que poseía en México. Dos maletas y un buen augurio del I-Ching eran mi equipaje. Estaba por iniciar una nueva vida. Dónde llegaba nadie me conocía. Era como borrar de un plumazo mi pasado. ¡Qué sensación de libertad!
Durante el momento crucial para decidir sobre el viaje, mi madre enfermó dejando de caminar después de que que su hermana, mi tía Chela, muriera. Por si fuera poco mi entonces novia, que a la sazón vivía en Alemania, rompió conmigo tras una relación de mas de un año sobre el océano. No era fácil tomar una decisión. ¿Tenía sentido la locura de toda la vida de venir a Alemania?
Odón me aconsejó distinguir entre lo que podría cambiar con mis acciones y lo que no. A partir de mi decisión ¿qué sería diferente? Por un lado en mis manos no estaba cambiar el estado de salud de mi madre, pero si lo estaba el vivir ésta experiencia.
Antes de mi partida había consultado con Miguel Ángel el óraculo chino. Su respuesta fué contundente: "Es propicio brincar sobre las grandes aguas".
Un día soleado fué el marco de mi llegada. A partir de entonces ciertamente mi vida cambió por completo. ¡Vaya que fué un cambio positivo!
También pienso ahora que hace un año todo se perfilaba a que no celebraría el sexto aniversario, pero las aguas volvieron a tomar su cauce.
¿Dónde me encontraré en 6 años? ¿y en 12? ¿en 24? No lo sé, pero en 10 minutos estaré tomando una cerveza para celebrar. Prost!
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