Alguna vez hablando con Odón, postulaba que el mundo se movía por el impulso de tres fuerzas básicas: sexo, poder y dinero. Odón caviló por un momento y dijo: “en realidad sólo es el sexo lo que mueve al mundo”.
Por aquellos días teníamos contacto por carta con unas chicas austriacas para, según nosotros, aprender alemán y compenetrarnos en la cultura germana. Con esa motivación, sin acatar el postulado de Odón, de la única y verdadera fuerza propulsora del giro del mundo, debatíamos sobre quién era el austriaco que más había impregnado a nuestra sociedad. Para mi era claro, era Mozart sin duda. ¿qué sería de éste mundo sin Mozart? ¿cómo se sentiría el aire sin la tersura de su música? Odón disentió. Para él la máxima figura austriaca era Freud.
Sigmund Freud hubiese cumplido ayer 150 años. Nació el 6 de mayo de 1856. Recibió homenajes en todo el mundo. Dos de los más significativos en Europa fueron la exposición “el Diván” realizada en su domicilio (ahora museo Sigmund Freud) de la Berggasse 19 en Viena, ciudad que le rechazó por transgresor, y el llevado a cabo en Berlin -dónde en 1933 fueron quemados sus libros a manos de los nazis, por ser parte de la literatura judía- en la academia de medicina. En la prensa hay una multitud de artículos sobre su vida y obra. Recomiendo los artículos publicados en la Jornada, El mexicano on-line y Público. Para muchos Freud revolucionó el mundo tanto como Copérnico o Darwin lo hicieran. ¿Somos gobernados por el inconsciente? ¿Son los sueños un medio de acceso a éste? ¿se manifiestan deseos reprimidos en forma de lapsus linguae? son algunas simplificaciones de las preguntas que forjaron el psicoanálisis.
Aún más relevante que la celebración del nacimiento de Freud mismo, resultaría la celebración en el 2006 de los 500 años de los más sobresalientes austriacos: Mozart cumple 250, Freud 150 y Gödel 100 años.
Mozart, quién es el primer pop star por antonomasia, tiene justamente eso en común con Freud, quién a juicio de uno de sus biógrafos, el psiquiatra Peter Kramer, popularizó la psicología. Por otro lado, de acuerdo a las fronteras actuales, Freud y Gödel no serían hoy austriacos, si no checos, dado que ellos nacieron en el territorio austro-húngaro que hoy se sitúa en la República Checa.
En un mundo ucrónico, sin éstos tres grandes personajes, los músicos serían siendo lacayos de los gobernantes, no habría ópera en alemán, la completitud de las matemáticas, sin aceptar sus paradoljas, sería sustentada todavía por el Principia Matematica de Bertrand Russell y Alfred Whitehead y no habría sido entendido la forma como el sexo determina direcciones en la psique. También la represión de la sexualidad imperaría aún en nuestra sociedad.
¿Qué significarían esas tres ausencias en mi vida? Bueno, pues tal vez no me habría acercado jamás a la ópera, no tuviese el placer de explorar mundos abstractos paradójicos, pero sobre todo no podría entender qué fué lo que me trajo a Alemania.
Por suerte todos ellos existieron. Así puedo decir que lo que me trajo a Alemania fué el más genuino interés en la cultura germana y no sus mujeres. Me defino a mi mismo entonces como germanofílico…..¡perdón! rectifico, quise decir germanófilo. Fué solo un desliz freudiano.