Antes de proceder a lo anecdótico me permito presentar la frialdad de los hechos:
La ciudad de Braunschweig ostenta durante el 2007 el título de ciudad de la ciencia. Algunas de las razones que respaldan ese nombramiento son la presencia de Universidades e institutos de investigación así como de empresas líderes en el mercado, favoreciendo así que la la región de Braunschweig ocupe el lugar número uno de patentes registradas en Baja Sajonia y el número 7 en Alemania. Además esta región tiene la inversión en investigción más alta de toda la Unión Europea, que asciende a 7% del PIB.
No sin razón, cada vez mas investigadores de toda Alemania y en general del mundo son atraídos a Braunschweig. Para facilitar la integración y adaptación de éstos últimos a la ciudad, recientemente ha surgido la iniciativa de dar la bienvenida a los investigadores extranjeros año con año por parte del goberno local, a través de eventos especiales.
Aunque para nada soy recién llegado a Braunschweig, (estoy aquí desde el 2003) me invitaron al igual que el año anterior a participar en éste evento en su segunda edición. En ésta ocasión tuvo lugar en el castillo Richmond, que fué construído para la princesa y duquesa Augusta (1737-1813) y nombrado en honor al hogar de la princesa en Inglaterra, el parque Richmond junto al Támesis.
En un día radiante Skonja y yo llegamos al castillo Richmond. La primera sorpresa resultó ver a Michelle parada en la puerta. La última vez que la había visto había sido unas horas antes bailando la última pieza de salsa la noche anterior en una fiesta. En el primer momento no nos reconocimos a la luz del día -sobra decir que de noche todos los gatos somos pardos- pero reímos y nos saludamos con mucha naturalidad al caer en cuenta quiénes éramos.
Todavía mis oídos escuchaban el funky jazz tocado en vivo la noche anterior en la fiesta. Aún caminaba al compás de timbas y percusiones salsísticas mientras cruzaba el salón oval hasta llegar al salón de los espejos. En éste lugar tocaba un grupo de música renacentista con instrumentos originales y vestimenta a la usanza de la época, lo que me ayudó a descender y sincronizarme con la belleza del lugar.
Entre madrigales y polifonías renacentistas hicimos un recorrido por el sitio escuchando datos históricos y anécdotas. Un detalle curioso de ese salón «de los espejos» es que aquellos espejos que le dan nombre no se encontraban posicionados frente a frente, como era costumbre de la época, para tener la ilusión de un espacio más amplio, si no estaban todos dirigidos hacia las ventanas con la finalidad de lograr la ilusión al visitante de encontrarse rodeado de la naturaleza de los jardines.
Se anunció el discurso del Wirtschaftsdezernent (algo así como director de economía), el señor Joachim -Roth, y se pidió a los invitados pasaran a sentarse. Así lo hicimos. En ese momento nos dimos cuenta que todos los invitados tenían no solamente sus nombres escritos en la etiquetas adheridas a las solapas, como Skonja y yo, si no títulos cuasi nobiliarios, nombres completos y empresas de afiliación. El señor sentado a mi derecha, se volvió hacia nosotros e hizo el intento de aproximarse a nuestras etiquetas para poder captar de un golpe de vista toda la información que pudiese de la que esperaba ver ahí desplegada. Al encontrar solamente «Sonja» y «Luis» escritos con letras grandes, nos saludó amablemente por nuestros nombres y con una gran sonrisa aprobando nuestra desfachatez. Antes de que se presentara alcancé a ver su nombre, que de inmediato me resultó conocido. Se trataba nada menos que del señor Joachim Hempel, quién es el Domprediger (o el predicador de la catedral) una figura pública en la ciudad. Herr Hempel a su vez nos presentó a la dama a su derecha, Frau Friederike Harlfinger, nada menos que la alcaldesa o Bürgermeisterin de la ciudad de Braunschweig.
Hablamos sobre la forma en que llegué a Alemania, especialmente a Braunschweig. Desde luego que los referí a ésta tlapalería para más detalles sobre esa historia. Fué entonces cuando herr Nikolaus Lange, director del centro de investigación y desarrollo de la firma de semiconductores Intel, se me acercó para presentarme con un reportero del periódico local Braunschweiger Zeitung, quién quería entrevistar a alguno de los especialistas asistentes que hubiese tenido la experiencia de arribar a la ciudad procedente de otro país. Así pues, sin hacerme mucho del rogar, le concedí la entrevista. Para asegurar que mi nombre apareciese bien escrito en los encabezados y primeras planas, no se lo deletreé si no que le dí de inmediato una tarjeta de presentación. La entrevista transcurrió de una forma muy fluída. Le externé mis pareceres y opiniones de lo que se podía mejorar para el siguiente encuentro, como por ejemplo contar con la presencia de asociaciones deportivas y del sector salud. Mi interlocutor valoró mucho mis comentarios remarcando en el aire su certeza con el dedo índice. Por esa razón yo ya olía la fama, la respiraba, la acariciaba. Podía ver mi nombre escrito en la primera plana señalándome como «el hombre que revolucionó la vida a los especialistas extranjeros en Braunschweig», y pensaba que desde el día siguinete tendría que abandonar el edificio del trabajo por la puerta trasera, para evitar a la multitud de adolescentes luchando por obtener un autógrafo o una prenda mía…
A través de Michael, un compañero del trabajo, conocí a Susana, una española, y a su familia. Así mismo conocí también a David, un compatriota con su familia. Al hablarle sobre éste changarro Susana me comentó enseguida de la existencia del canal de literatura, el cuál yo no conocía hasta ese momento, siendo algo más de lo atesorado ese día. De ésta manera el evento cumplió uno de sus mayores objetivos que es favorecer y extender las redes sociales de los especialistas extranjeros en la región en los planos privado y profesional.
Fué sin lugar a dudas un día magnífico y lleno de encuentros. Hablando de encuentros, en el transcurso de la misma semana tuve otro encuentro importante: Shekhar Borkar, reconocido Intel Fellow y director del Microprocessor Technology Lab nos visitó. Tuve la oportunidad de hacerle una demostración de los últimos avances de nuestro proyecto en tecnologías many-core. Un sentimiento curioso me invadió estando una vez frente a él enfundado en mi bata blanca; ¿que le podía presentar de nuevo a alguién con más de 60 artículos científicos publicados y con mas de 40 patentes registradas? Con un chiste por aquí y una broma por allá logré mantener el control y no sucumbir ante los nervios. Al final se mostró muy complacido con nuestro trabajo.
Para cerrar esa semana de celebridades, mi mismo jefe se convirtió en una. Ha sido nombrado el primer Principal Engineer (uno de los títulos técnicos mas altos que confiere nuestra empresa) de Alemania, y uno los los pocos que hay en Europa. En el momento en que se anunció su nombramiento, él se encontraba en Israel, así que no tuvimos la oportunidad de brindar a su salud. (a propósito de «brindar», no se pierdan la historia de la próxima semana).
La gran pregunta de la semana fué ¿El estar próximo a tantas personalidades era acaso una señal de que yo sería el siguiente en alcanzar la fama?
Ya había estado cerca de ella hace 2 años, cuando después de una sesión de 3 horas de photo-shooting con Herr Lange en uno de los laboratorio mas grandes de telecomunicaciones de Europa de aquellos días, daba por hecho que publicarían una foto mía en el renombrado semanario «Der Spiegel» (tal vez la publicación mas importante de Alemania). El fotógrafo mostraba mas interés por mí que por quién debría tenerlo, y créanme, no era precisamente un interés profesional. Prácticamente me sentía como su musa inspiradora. Fui fotografíado desde todos mis ángulos. Creo que existen mas fotos de mi persona tomadas durante esas tres horas que las tomadas en los últimos treinta años. Si el fotógrafo hubiese podido decidir la foto a publicarse, seguramente hubiera elegido no sólo aquella en dónde parece que no llevo encima nada más que la bata del laboratorio, si no por lo menos otras 5 imágenes. A final de cuentas la foto para el artículo fué seleccionada por algún editor: Como era de esperarse, Herr Lange en primer plano frente a la cámara con un mexicano, reconocible tan sólo por su sensual oreja derecha, trabajando al fondo.
El lunes pasado por un momento me pareció degustar finalmente las mieles de la fama al creer ser citado en la prensa. Ciertamente no se trataba de ningún encabezado o primera plana, pero no dejaba de ser emocionante. Releyendo el artículo en cuestión con calma y detenimiento caí en cuenta que alguién con un nombre muy parecido al mío, un tal herr Azura, que también es mexicano y que plagió mis palabras, era quién había sido citado en un artículo del Braunschweiger Zeitung.
de todas maneras, saltas a la fama!
no me perderé tu historia de la próxima semana!
el link a «literatura» no funciona.
este Azura, quién es? qué rabia! sería un error del periodista? lo más probable…
Un abrazo muy fuerte y gracias x contarnos tus aventuras!
No pudiera haber mayor honor para un artículo sobre personajes famosos que el que un célebre y renombrado personaje de la blogósfera inagurara la lista de comentarios. ¡Gracias Marta! Tú que conoces bien la fama ya me dirás cómo alcanzarla 😉
Gracias también por hacerme notar lo del enlace al canal de literatura. Ya ha quedado arreglado.
Y sí, un error tipográfico me debió haber transformado en el señor Azura (debió ser Azuara). Lo presenté con ironía, por que efectivamente lo primero que hice fué darle mi tarjeta de presentación para que no sucediera.
Un abrazo también hasta la tierra del Rin,
L.
Gracias a ti queridísimo, tus palabras son el mejor premio que se puede tener! Un abrazo muy fuerte!!!