Werner conducía por el carril de la derecha. Habíamos conversado casi dos horas, lo que nos había dado tiempo para conocernos mejor. Nos aguardaban por lo menos otras tres horas de camino hasta Memmelsdorf. Durante esa pausa contemplaba la frondosa vegetación de Hessen. Repentinamente sentí que nos cargábamos demasiado a la derecha. Íbamos ya sobre el acotamiento cuando Werner rectificó el rumbo bruscamente. Con la misma brusquedad me volví hacia él. Ahí iba él, conduciendo y al mismo tiempo llevaba una hoja impresa de papel y un lápiz en la mano, corroborando y corrigiendo los resultados de su algoritmo para la asignación de árbitros a los partidos del Quattroball, que había escrito la madrugada anterior. Werner nació muy cerca de Memmelsdorf, el sitio de la justa y dónde ahora viven sus padres. Desde hace años él y su hermano Dieter son los principales organizadores del evento. Werner fué entonces el que nos alborotó a participar en el torneo. Él había trabajado demasiado en la firma durante las últimas semanas, por lo que prácticamente sólo le quedaban los tiempos muertos para organizar el Quattroball.
Para entender por qué Werner hacía ese tipo de cosas, es necesario conocerlo un poco más. Pareciera tener votos de pobreza cuál caballero templario, pero no, pobre no es. En realidad es que vive con lo estrictamente ncesario, gasta lo estrictamente necesario y viste lo estrictamente necesario. Es la única persona que conozco que en invierno, con temperaturas bajo cero, llega al trabajo en bicicleta vistiendo una camiseta de algodón, pantalones cortos, calcetines de lana y sandalias. No más. Si uso el adjetivo «austero» para describir su auto quedaré corto. Los artículos de lujo con que está equipado son un reproductor de cassettes y un radio de onda corta para comunicarse con su padre. A pesar de que es un hombre que contribuye a desarrollar la tecnología del futuro, su auto y su vestimenta carecen de modernidad, y pudiera pensarse que de alguna manera se han transportado desde los años setenta hasta nuestros días. Así es Werner, alguien que aprovecha todos sus recursos al máximo y si puede hacer dos cosas a la vez, seguro que las hará.
En contraste a la austeridad de su apariencia física está su gran intelecto. En el área técnica es de las mentes mas brillantes que conozco, y es además un tipo perfeccionista. Por si fuera poco tiene una gran seguridad sobre sí mismo que a veces raya en la arrogancia. Tal vez por ello siempre había optado por tratarlo con lejanía.
Durante el trayecto descubrí su faceta de buen conversador. Por suerte había dejado los resultados de su programa de lado, y conversaba conmigo. Háblamos de música, deporte, tecnología, y dese luego al pasar por Kassel, dónde se lleva a cabo la Documenta, la exposición de arte contemporáneo mas importante del mundo, disertamos sobre el papel del arte en nuestra sociedad. Ya en territorio bávaro y muy cerca de nuestro destino final, me llevó al poblado de Werneck para visitar el castillo de Werneck, obra del arquitecto Balthasar Neumann y pieza exquisita del arte barroco, transformado hoy en día en un hospital. Debo reconocer que no había visto jamás una obra de Neumann. Su nombre me era familiar por que su efigie estaba impresa en los viejos billetes de 50 marcos.
Llegamos a Memmelsdorf. Un pueblo de unos 3,000 habitantes, que una vez al año capta la atención de Alemania por el el tradiconal evento que se celebra desde 1986. Muchos equipos, como nosotros, vienen de puntos distantes y algunos hasta de otros paises. Encontramos sin problemas entre la multitud a nuestros compañeros de equipo el blue man group: Mike, Amir y Khaled. Después de cuadrar la logística Werner se despidió para continuar con la elaboración del rol de juegos.
Los campamentos se levantaban ágilmente entre el bullicio, aunque una tormenta se cernía sobre nuestras cabezas esa noche del viernes.
Fin de la primera parte.
Muchas veces confundimos facetas de las personas que tenemos a nuestro alrededor. con actitudes que no van con nuestro estilo de vida. Es siempre un gusto descubrir a un potencial amigo en alguien que de entrada no nos daba buena espina.
Seguiré conociendo Europa por ti, 😉
Seguro que has visto obras de Neumann, pero no te las han presentado como tales, la «residencia» de Wurzbrug y las escalinatas del palacio de Brühl están entre las más conocidas. Saludos
Batz, ciertamente a menudo se encuentran amigos en las personas inesperadas. Eso me recuerda otra historia que proximamente publicaré.
René, en verdad nunca había visto obras de Neumann. Se que es difícil de creer, pero ni la celebérrima «residencia» de Würzburg nunca ha estado in natura ante mis ojos, ni la escalinata de Brühl.
Acepto con remordimiento que desde que dejé de vivir en Stuttgart no cruzo frecuentemente «el ecuador de la salchicha blanca» ;). Ya me daré tiempo para conocer la ciudad natal de Werner …. Heisenberg.